Spaghetti con shiitake, mozzarella y cebolla

¿Habéis sobrevivido a la Navidad, el fin de año y los Reyes? Y la gran pregunta: ¿habéis aumentado de talla desde diciembre? 

Somos seres raros los humanos. No queremos engordar, queremos comer lo más sano posible, pero cada vez que se avecina una fiesta comienzan a aparecer dulces contundentes y comidas nada ligeras y reuniones en las que no se para de comer. A veces creo que la excusa es comer, no ver a la familia ni a los amigos.

Yo es que no soy de comilonas. Lo que más temo en las comidas en casa de alguien o en las que hay una sola persona que va pidiendo en el restaurante es cuando el anfitrión en cuestión sirve platos como si tuviéramos que comer para hibernar tres meses. Los osos lo hacen y no es que sean los mamíferos más esbeltos.  

Yo soy de las que prefiere repetir a que le pongan un plato colmado y tener que dejar la mitad. Me agobio sólo con verlo y me entran ganas de gritar que no soy ganado al que haya que cebar, pero una es educada y se calla y come hasta que sabe que le va la digestión se le va a atragantar (precisamente...), y aun así sobra como para que coma un adulto más. 

Y entonces te dicen que aún queda el segundo y un surtido de postres, aparte de los dulces de la fiesta en cuestión y, si te distraes, los pasteles que van con el café y algo salado para acompañar.

Tampoco es que quiera porciones minúsculas como en algunos restaurantes de postín, que la idea no es pasar hambre... pero una moderación lógica al tamaño de los estómagos de la gente. El mío no debe de ser demasiado grande, porque normalmente con los entrantes y alguna cosita más estoy más que servida.

Todo esa parrafada para explicar el primer motivo de la receta de este post.

El otro motivo de la receta es que seguro que la pasta es una comida habitual en vuestros menús semanales. Además, seguro que os encanta. Y si hay niños en casa, seguro que la piden con frecuencia. Y los no tan niños.

La pasta es todo un comodín: sabe bien (¡sobre todo la casera!), no puede ser más versátil, es muy barata y rápida de preparar y llena lo suyo, pero sin pasarse. Es ideal para aprovechar y meterle esas verduras o pescado que de otra forma no os comeríais y darle ese toque sano.

Vamos, que más socorrida no puede ser.  

Me he dado cuenta de que, a pesar de ser uno de los platos que hago más veces, como suelen ser recetas sencillas no me planteo compartirlas con vosotros, pero que las cosas sean sencillas, sí son buenas, es un aliciente más que un punto en su contra.

Y, por eso ahora sí, hoy traigo una receta de pasta muy fácil de hacer pero que vale la pena. 

         Ingredientes para 2 personas

• Spaghetti (la cantidad que os vayáis a comer)
• Media cebolla
• 170 g de setas shiitake frescas 
• 1 guindilla (opcional)
• 1 mozzarella di bufala
• Aceite, sal y pimienta

En un cazo, ponemos a hervir abundante agua con sal. Preparamos la pasta, que si es casera mejor que mejor. 

Ponemos a calentar una sartén con un poco de aceite de oliva a fuego medio-alto. Mientras se calienta, cortamos la cebolla en brunoise. La doramos y retiramos. 

Volvemos a poner un poco aceite y lo calentamos a fuego medio, si queremos que tenga un ligero toque picante echamos también la guindilla. Cortamos las setas en trozos y la echamos a la sartén con sal y pimienta, pasado un par de minutos subimos el fuego para que se doren un poco por fuera. Removemos de vez en cuando para que el dorado sea más uniforme y no se queme. Una vez preparada, quitamos la guindilla, incorporamos la cebolla y removemos. Picamos la mozzarella.

Y toca emplatar. En el plato echamos una cucharada de las verduras, añadimos la pasta, encima un la mozzarella y rematamos con pimienta recién molida. Movemos para que la mozzarella se derrita y a comer.

Espero que os haya gustado esta receta, tan fácil y con tan buen resultado, porque pronto habrá más.

¡Un fuerte abrazo!