Nuestro primer sushi

Mirad qué repertorio: langostinos, aguacates, espárragos ¡y hasta wasabi y genjibre!

Éste es el resultado de nuestro primer sushi casero. ¿No parece casi profesional? ¡Casi! Al menos para el ojo poco experto, claro... 

Mi historia de amor-odio con el sushi viene de lejos. 

La primera vez que lo probé, lo paré justo frente a mis labios porque olía tan fuerte que me daban arcadas (¿he contado alguna vez que no soporto el olor intenso del pescado?). Como era novata, no sabía si tenía que oler así o no. La cuestión es que Luis me insistió en que lo probara y me lo metí en la boca, pero me daba tanto asco que mi garganta no lo dejaba pasar. Un espectáculo. 

Me prometí que no lo volvía a probar. 

Error de novatos: ¡Nunca emplatar cuatro! ¡Es un número supersticioso!

Pero un día mis padres, mis suegros, Luis y yo fuimos a un restaurante japonés. Y entre tempuras y otras cosas, pedimos sushi. No estaba del todo mal, aunque no me encantaba. 

Lo mejor fue cuando mi padre confundió el taquito de wasabi (rábano hiperpicante) con un trozo de aguacate, y se lo comió del tirón. Mi padre soporta muy bien el picante. Pero no ése. ¡Creo que me va a costar conseguir que vuelva a probar el wasabi de nuevo! 

Bien, no era mi comida preferida pero al menos ya sabía que no me provocaba salir corriendo al baño. Ya era un buen paso. Pero no dejaba de proguntarme por qué a la gente le gusta tanto, si total, no sé, no era nada maravilloso. 

Sentía que se me escapaba algo que no terminaba de entender.

Así que un día vimos que la Escuela Superior de Hostelería de Sevilla organizaba un curso, y pensé: "si después de probar el sushi de un maestro japonés no me gusta, sabré definitvamente y para siempre que no es lo mío". Luis y yo nos apuntamos, y estoy encantada por la decisión. 

Fueron tres horas increíbles impartidas por el itamae Hung Fai Chiu Chi. Nos dio un poco de arroz, ya preparado, ¡y era deliciosamente dulce! ¿Por qué el arroz de los otros sushis que había probado era soso y pastoso? 

Y cuando probamos el maki que nos ofreció... bueno, la palabra puede ser [paro de teclear un momento, pensando]. Vale, no sé con qué palabra describir lo que me sorprendió. Wooow sería una buena expresión.

Imaginaos cómo fue, que al día siguiente nos compramos todo un kit para poder hacer nuestro primer sushi. 

Aunque llovía a mares. 

Y no llevábamos paraguas. 

¡Y nos compramos el libro de Hung Fai!

El kit, lleno de cosas innecesarias y caprichos

¿Y qué es cada producto? 

• Alga nori: el alga con la que se rodean los makis. Parecen papel artesanal, ¡pero cuidado con la humedad, que vuelven a su estado marino!

• Arroz para sushi: variedad japónica. Es un arroz corto, redondo, específico para hacer sushi.
 

• Vinagre para sushi: Vinagre de arroz ya condimentado con azúcar y sal, listo para añadirlo al arroz hervido. 

• Gari: jengibre encurtido, picantito y levemente dulzón, ¡tiene un sabor que me encanta! Sirve para acompañar y, además, es muy decorativo.

• Wasabi en pasta: rábano muy muy muy picante, para acompañar. Hay que mezclarlo con agua, pero cuidado por los vapores. 

• Ensalada de algas: son varios tipos de algas y vienen ya aliñadas con una vinagreta. Son para acompañar.

• Mochi de azuki: un postre, pastelito de arroz relleno de algo parecido a puré de judías dulces. Suena muy raro, ¿no? Pues más raro sabe, lo más parecido sería una yema, pero más gelatinoso. No importa cómo lo defina, la cuestión es que está rico.

Aquí tenéis todo:

Vale, no hemos utilizado todo para hacer el sushi. 

Las dos sopas han sido puro antojo, ya vienen listas para comer (sólo hay que añadirle agua hirviendo). Los mochi de azuki y la ensalada de algas, ¡más antojos!

Pues eso es todo... por ahora. Dentro de nada tenemos planeada una cena-sushi para amigos, ya os contaré qué tal.

¡Un fuerte abrazo!